La Fúmiga, el grupo de éxito que nació en la SM de Alzira

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La Fúmiga es un proyecto musical altamente festivo que ha entrado de lleno en el circuito musical valenciano con una fórmula particular: una puesta en escena con sello propio, éxitos de la música en valenciano, ritmos comerciales y melodías muy pegadizas.
Su segundo disco es ‘Fotosíntesi’ y lo publicaron el pasado mes de noviembre. La Fúmiga no ha parado de crecer desde la publicación de ‘Espremedors’, su primer disco, y el EP de ‘Próxima parada’. Sus componentes tienen un gran vínculo con las sociedades musicales de diferentes comarcas en su día a día, y unas raíces ancladas en la Sociedad Musical de Alzira.

La Fúmiga la componen hasta una docena de músicos Àrtur Martínez, Jose Beteta, Xavi Cantera, Toni España, Arnau España, Ramir Sánchez, Asier Escrivà, Hèctor Vila, Sergio Giménez, Josep Ferrer, Ivan Ortega y Jose Andres González.

En esta ocasión charlamos con Jose Beteta, cantante del grupo, Asier Escrivà, trompeta, e Iván Ortega, bombardino.

AL COMPÀS (AC) : ¿Cuáles son los orígenes de La Fúmiga ?
JOSE BETETA (JB) : Siempre decimos que somos hijos orgullosos de la Sociedad Musical de Alzira. Es el lugar que nos ha visto crecer y donde hemos compartido todas las etapas de nuestra vida. Somos amigos de toda la vida y hemos compartido muchos proyectos musicales. En un momento dado, ese grupo de amigos decidimos crear una agrupación de calle con vocación de subir a un escenario y de cuidar muy bien aquello que hacíamos. A partir de ahí todo se convirtió en una huída hacia delante, una constante evolución que nos hizo pasar de versionar temas que nos gustaban a componer propios. Y en esa evolución ya llevamos dos álbumes y un Extended Play (EP). En la vida nos habríamos imaginado cuando “perdíamos” las tardes de los sábados ensayando con la Banda Joven en Alzira que llegaríamos hasta aquí.

AC: ¿Cuáles son las raíces musicales de cada uno?
JB: Nosotros empezamos los estudios musicales a los 90 cuando el modelo educativo era bastante diferente al actual. Muchos ya pudimos obtener el Título Profesional en nuestro propio centro, en la Sociedad Musical de Alzira, pero hasta entonces todavía sufríamos las inercias de una antigua enseñanza musical que estaba demasiado en precario. Y no por la calidad del profesorado, sino por las condiciones o la importancia que se le daba. Por otro lado, nosotros somos gente de clase trabajadora, y nuestros padres y madres tuvieron que hacer un esfuerzo económico muy grande para poder pagarnos los estudios. Esto forjó en nosotros de manera inconsciente un espíritu de esfuerzo que ahora a veces costa de encontrar. No valoramos la importancia de la enseñanza musical.
ASIER ESCRIVÀ (AE): Yo empecé en la escuela de música de la banda de mi pueblo, Daimús, en la Safor. Han sido muchos años de conciertos, pasacalles, entradas de Moros y Cristianos, viajes e incluso, certámenes donde hemos hecho buenas actuaciones.
IVAN ORTEGA (IO): Mis orígenes también están en la Sociedad Musical de Alzira, recuerdo que la escuela estaba dividida en dos edificios en los que se impartían clases de música y dónde también se hacían los ensayos de la banda. La educación musical que se ofrecía daba a la gente de aquel tiempo una formación musical de primer orden con asignaturas como preparatorio musical, lenguaje musical, coro, instrumento, banda juvenil, banda…
Recuerdo con mucho aprecio cuando iba desde casa con el bombardino cargado hasta la escuela y me encontraba con otros compañeros a músicos; recuerdo también mis primeras clases de música con Mari Pau o las clases con Rafael Tortajada, uno de los maestros que más me han marcado mi educación musical. Fueron unos años de proyectos bonitos, de muchísimas procesiones y pasodobles, así como de certámenes, que en definitiva nos sirvieron para crecer y crear un ambiente social y musical muy saludable y único.
Creo que la Sociedad Musical de Alzira me ha ayudado tanto a aprender, a estimar y comprender la música como a culturizarme musicalmente.

AC: ¿Existe diferencia entre un músico que se ha formado en una sociedad musical de otro que se ha formado por otro camino?
JB: Por supuesto. Además de las relaciones sociales que se establecen a una sociedad musical, que marcan la personalidad de la gente que las componemos y crea un ecosistema propio, el hecho de tocar en una agrupación con gente de todas las edades, con repertorios de todas las dificultades y en situaciones muy diversas, desarrolla en el alumnado unas habilidades que no se pueden encontrar en ninguna otra actividad. Es tan importante que tenemos las asignaturas de conjunto instrumental y banda/orquesta en nuestros planes de estudios porque hay que asegurar que todo el mundo tenga acceso a ese aprendizaje.
AE: Yo creo que sí, el ambiente de las bandas es muy particular. La banda es un ‘grupo de convoi’, un lugar donde hacer amistades. Algunos de mis mejores amigos son compañeros de la banda. Si no hubiera entrado en la banda, seguramente mi círculo de amistades sería muy diferente.

AC : ¿Cómo influyen vuestras raíces en los músicos que sois hoy día ?
JB: Los escuelas de música son centros de excelencia educativa. La música es la única disciplina donde se desarrollan todas las inteligencias. La música es lenguaje, es matemáticas, es física, es el medio por el cual indagamos en nuestro interior y nos relacionamos con nuestro entorno. La música es historia, geografía. La música es actividad física, es danza, es libertad. Estudiar música no te hará médico, pero te hará mejor médico. En las sociedades musicales no solo se hacen músicos, se hacen mejores personas.
AE: Mi formación es clásica, he pasado por la escuela de música del pueblo, por los conservatorios medio y superior, y ahora soy profesor de la escuela de música de mi pueblo y también del conservatorio profesional donde estudié. Para mí es un orgullo, es como cerrar un círculo, es volver a las raíces.

AC : ¿Continuas involucrado en la Sociedad Musical de Alzira?
JB:. En la actualidad soy profesor de Clarinete y Lenguaje Musical en el Centro Profesional y en la Escuela de Música de la Sociedad Musical de Alzira. Entré por esa puerta en 1997 con 10 años cuando estábamos a punto de celebrar el 30 cumpleaños y espero llegar a celebrar el centenario con mi gente.

AC: La música también está asociada a la fiesta, ¿cómo se vive en La Ribera?
JB: Sin duda las fiestas populares tienen una gran influencia en cómo respira una sociedad musical. La Ribera, y en concreto Alzira, es tierra de fallas, más que de moros y cristianos, que también. Hay mucha tradición de compositores de música festera y la gente tiene mucha cultura musical en este sentido. También tenemos la suerte de tener bandas tan importantes como la nuestra, las dos de Cullera o la de Alberic, que son referentes. Tenemos una gran red de escuelas de música y de conservatorios y centros profesionales. En nuestro Centro superamos los 500 alumnos y siempre hay lista de espera. Todo el mundo tiene algún músico en la familia. Estamos muy vivos, pero tenemos que llegar a todo el mundo, no tan solo a quienes se lo pueda permitir.

AC: ¿Cuáles son tus referentes musicales?
AE: Como trompetista, mis referentes musicales suelen ser los grandes trompetistas de los últimos años. En cuanto a los referentes clásicos, maestros como Maurice André o Eric Aubier. En el mundo del jazz y la música moderna, Miles Davis, Chet Baker, Mike Mossman, Arturo Sandoval, además de todoterrenos como Allen Vizzutti o Wynton Marsalis.
Escucho una gran variedad de estilos musicales: rock, jazz, funk, pop, electrónica, música latina, metal, música clásica, etc. Mis grupos favoritos son básicamente de metal: Linkin Park, System of a Down, The Mars Volta, Tool, Nightwish, Amaranthe…

AC: Centrándonos en La Fúmiga, ¿cuál ha sido la evolución del grupo?
AE: Aunque soy la incorporación más reciente del grupo, en mis primeros conciertos casi la mitad del repertorio que tocábamos eran versiones otros grupos, tributos a grupos importantes en nuestra lengua como Obrint Pas, La Gosa Sorda, Espencat, Zoo, Svaters, etc., y ahora estamos empezando una gira en la que el 100% de los temas son nuestros.

AC: Y no han faltado los premios en los últimos años, ¿qué supone un premio Carles Santos por parte del público en 2019 y un Ovidi en 2020 por mejor disco de mestizaje?
AE: La verdad es que nosotros no necesitamos ninguna excusa para celebrar cualquier cosa, puesto que nos gusta mucho hacer comidas, cenas, o acampadas de convivencia (que nosotros denominamos amistosamente “Campamento Fúmiga”). Es evidente que nos gusta estar nominados y ganar premios, como a todo el mundo, pero nuestro mayor reconocimiento es la gente que agota las entradas para venir a vernos a los conciertos.

AC: ¿Cómo compagináis La Fúmiga con el resto de facetas musicales?
AE: No es fácil, la verdad. Todos nosotros compaginamos nuestros trabajos semanales con los desplazamientos y actuaciones de los fines de semana, pero lo hacemos con mucha ilusión.

AC: ¿Qué lugar ocupa la música en vuestra vida?
AE:. En mi caso, dedico las mañanas a dar música en la ESO y las tardes a dar clases de trompeta. Súmale algunas noches que tenemos que quedar para ensayar y preparar los conciertos, grabar temas nuevos en el estudio de grabación, fines de semana de gira… Podría decirse que la música ocupa casi la totalidad de mi vida. Y me gusta que sea así.

IO: De hecho yo diría más bien qué lugar no ocupa la música en mi vida. Incluso mi pareja es música y la conocí gracias a la música. Actualmente, además de en La Fúmiga, trabajo en seis escuelas de música así como en un centro profesional impartiendo clases de bombardino, tuba y trombón. En mi tiempo libre, trato de practicar el bombardino tanto como puedo, hago cursillos de formación de tanto en cuanto y llevo las redes sociales de una página web dedicada en exclusivo, a promocionar mi instrumento: www.bombardinos.com

La Fúmiga se encuentra en estos momentos en plena gira de lanzamiento de ‘Fotosíntesi’, que cumple su primer mes. En mayo estarán en Mutxamel, Lleida o Barcelona llevando su particular estilo festivo para hacer disfrutar a unos fans que crecen en número día a día.

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