Así, sin darnos cuenta, ya ha pasado el verano. No me acabo de acostumbrar a empalmar las fiestas de Ontinyent con la vuelta a la oficina. Agradezco el aire acondicionado, y más este año, pero echo en falta el olor a cabila durante unos días. Después se me pasa, claro. Pero, ya sabéis, soy un sentimental.
Hoy quiero hablar de volver. ¿De “la vuelta al cole” que nos decían -que nos aburría, mejor dicho- cuando éramos unos niños? NO.
Quiero hablar de volver a casa, al Musical, a las clases, a las audiciones, a los ensayos… Y lo quiero hacer con la certeza de que yo volveré, pero con la lástima de saber que otros no lo harán. No porque ya no estén entre nosotros, que me ha quedado esto un poco dramático, si no porque no pueden volver.
Este verano he tenido tiempo para hacerme un aperitivo con gente que hacía tiempo que no veía. Una de ellas era una antigua amiga de la banda, que se lo dejó. Digamos que no estaba demasiado de acuerdo con las decisiones que tomó el director en un tema de ensayos, responsabilidades y esto. Ya sabéis, cosas que pasan en las bandas. Fui directo, después de haber estado recordando como eran nuestros veranos musicales cuando teníamos catorce o quince años con una sonrisa en la cara se lo pregunté: ¿volverías?
Su respuesta me sorprendió. Fue un sí rotundo, sin ningún tipo de duda. También con una sonrisa. Un sí que duró exactamente dos segundos. Los que tardó en recordar que ahora vivía en València, que ir y volver era imposible, que qué iba a hacer ella en la banda ahora después de tanto de tiempo, que aquello no era para ella, y que ya ‘cuando tenga niños los apuntaré a música, pero ahora’… Xe, me fui jodido, no os voy a mentir. Me fui jodido porque a mí me pasó lo mismo hace unos años.
Paseando por el pueblo esa misma noche pensé en hablar con el jefe de banda, con el director, con el presidente. ‘Mira, es que pasa esto’. ¿Y qué le vamos a hacer? Dirían. Esto es así, que es una frase muy de nosotros los valencianos. Es cierto que el ciclo, por suerte, no para nunca. Siempre hay músicos y músicas jovencitos, otros que viven en el pueblo y mantienen la asistencia, otros que tienen cargo y no pueden fallar… Y claro, es un mal pandémico. Pasa en todas las bandas de la Comunidad Valenciana. Entonces… ¿por qué no hacemos nada?
No sé, músicos, músicas, amigas y amigos de la FSMCV: ¿y si hacemos una Banda De Músicos Exiliados Que No Pueden Tocar En Su Banda y Que Tienen Ganas y Que No Pueden y Que Querrían Recuperar La Rutina Bandística y Que No Pueden y Que Sí Que Recuerdan Tocar Pero No Pueden?
“La BDMEQNPTALSBQTNGQNPQVRLRBQNPQSQRTPNP”. El nombre queda largo, pero ya buscaremos uno mejor. Una especie de banda “de la resistencia forzosa obligada a trabajar y vivir fuera del pueblo, pero que quiere seguir siendo músico”. Como idea, no está mal, ¿no? Bien, ya me diréis si os apaña y seguimos adelante.
Jordi Company – @Company_Vidal